jueves, 31 de marzo de 2016

JUDÍAS EN TOMATE CON PATATAS



Bueno, como siempre dice mi madre,"éramos pocos y parió la abuela"...Si ya voy un poco (por no decir BASTANTE) apurada con el blog últimamente, lo único que me faltaba es que blogger se pusiera a hacer de las suyas. Sí, caprichoso él, no sé qué diantres le habrá pasado últimamente, pero
me ha ido dejando leer los comentarios con cuentagotas y todavía sigue sin registrarme los +1. Sé que a algun@s de vosotr@s os han pasado antes cosas similares y que, según me comenta el personal del Servicio de Ayuda de Blogger, es algo momentáneo que están solucionando, pero yo me resisto a quedarme tranquila y paciente del todo. Quizás por ser la primera vez, o quizás por otras tantas cosas que me han hecho acumular más estrés últimamente, pero pienso seguir con la mosca detrás de la oreja hasta que esté solucionado del todo y pueda volver a leer, responder, comentar y compartir todo lo que se me antoje, como se me antoje y cuando se me antoje. Vaya, sólo faltaría eso, que empezara a fallarme aquello que más me ayuda a evadirme y desconectar... no, no y no.
Así que, con toda la la tozudez y cabezonería del mundo, hoy os traigo una de esas recetas a las que más cariño le tengo y que llevo queriendo publicar hace ya varios meses.
Cómo much@s ya sabréis, mi abuelo, que en paz descanse, era payés, y por eso tuve la gran suerte de crecer disfrutando de verduras "de verdad". Cuando digo "de verdad", me refiero a verduras y hortalizas totalmente ecológicas, criadas al sol, con mucho mimo y respetando sus tiempos; Tomates, pimientos, berenjenas, calabacines, lechugas y demás, que sabían y olían a lo que eran y no a lo que nos quieren vender ahora que son. Vaya, un auténtico lujo para la vista, el paladar y la salud.
Gracias a esto, en mi casa nunca necesitábamos comprar conservas de verduras, pues era mi abuela quien se encargaba de prepararlas usando los excedentes de verduras o aquellas que eran demasiado "feas" para la venta: tomate natural, tomate frito, pisto, etc. Raro era el año en el que la mujer no dejaba listos suficientes botes como para pasar todo el invierno. Ya sabéis, las abuelas y su manía de alimentar a regimientos enteros...
Usando únicamente uno de esos botes de tomate natural, judías cocidas, unas patatas (también del huerto, por supuesto) y cualquier otro ingrediente que se pudiera aprovechar (unos restos de carne a la plancha o de carne de cocido, por ejemplo), mi abuelo y mi abuela se turnaban para preparar este plato al que, hasta día de hoy, nunca le habíamos puesto nombre, pero que desde siempre nos ha gustado muchísimo a todos: Judías en tomate con patatas.
Como más me gustaba (y me gusta) a mi era con restos de carne del cocido, pero recuerdo disfrutar de lo lindo con ese "factor sorpresa", pues, como ya os he dicho, el ingrediente o ingredientes extra variaban en función de lo que tuvieran mis abuelos en la nevera y nunca sabía qué iba a ser ese día hasta que se servía en la mesa. Y ya me veíais a mi, tenedor y rebanada de pan en mano, sentada en mi sitio y esperando como si de un gran concierto se tratara... Preciosos recuerdos.
En fin, sin más preámbulos, os dejo con la receta básica de las judías con tomate y patatas de mi casa, un plato sencillo, barato, sano, completo y riquísimo que no os dejará indiferentes, os lo aseguro.
Si no, probadlo y me contáis ;)




Ingredientes (para 2 personas):
- 400 gramos de judías blancas cocidas (1 bote)
- 350 gramos de tomate triturado natural (1 bote aprox.)
- 1 cebolla mediana
- 2 patatas medianas (300 gramos aprox.)
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 100 ml de vino blanco de cocina
- 1 pizca de azúcar
- Sal, ajo en polvo, pimienta negra y perejil picado, al gusto.

- Empezamos escurriendo y lavando bien las judías. Las colocamos en una fuente grande y reservamos.
- Aparte, ponemos a cocer las patatas enteras, las dejamos enfriar, las pelamos y las troceamos a dados no muy grandes. Reservamos.
- Limpiamos y picamos muy menuda la cebolla y la sofreímos en una sartén a fuego medio con el aceite.
- Cuando la cebolla empiece a transparentar, añadimos el tomate, la pizca de azúcar, la sal y las especias, y cocinamos todo hasta que haya reducido casi a la mitad.
- Cuando la salsa haya reducido, le añadimos el vino y dejamos y dejamos que también se evapore.
- Seguidamente, añadimos los dados de patata y las judías, removemos y cocinamos bien todo junto durante 3-4 minutos, y retiramos del fuego.
- Para terminar, rectificamos de sal si fuese necesario y servimos templado, espolvoreado con un poco más de perejil si se desea.




Notas:
- Para ahorrar tiempo, siempre podéis recurrir a una salsa de tomate o pisto estilo casero ya cocinada. El resultado es también muy rico, sobretodo si la salsa es de calidad.
- Las judías se pueden sustituir perfectamente por otra legumbre a elección. Con garbanzos, por ejemplo, también queda de maravilla.
- Podemos freír las patatas en vez de cocerlas y/o rematar este plato con un huevo frito, unas salchichas, unas tiras de panceta bien dorada, etc. De este modo resulta un plato todavía más sabroso y completo, pero bastante más calórico. Eso si, os recomiendo no prescindir nunca del pan, puesto que la salsa lo requiere.
- Estas judías están ricas tanto frías como calientes y, si no os excedéis con la salsa, resulta un plato ideal para llevar el el táper.


Nada más por ahora, espero que os haya gustado y que la vuelta a la rutina no se os esté haciendo muy cuesta arriba. Aunque, bueno, a las puertas del fin de semana, todo se ve con más optimismo, ¿Verdad?
¡Mil gracias por seguir ahí!

viernes, 25 de marzo de 2016

BUDÍN O PUDÍN DE SOJA Y GALLETAS SPECULOOS PARA EL #RETOALFABETODULCE



Vuelve a ser 25 y, como cada mes, llega el momento de participar en el #RetoAlfabetoDulce.
Es 24 por la noche y aquí me tenéis de nuevo, dejándolo todo bonito y apurando el tiempo para llegar a participar, después de dos meses sin hacerlo, con algo medio decente. Ya que una lo hace, pues lo hace bien, o al menos yo soy de las personas que piensan así. Además, después de la pena que me dió no poder participar en el reto del mes pasado, siendo una chocolatera empedernida y sin haber faltado a una sola cita desde que me animé a participar, vuelvo con más ganas y muy contenta tanto con el ingrediente elegido como con el resultado de la receta que he elaborado con él.
¿Os suenan las galletas speculoos? Seguramente os habréis topado con ellas en multitud de cafeterías, pues suelen servirse para acompañar el café o incluso el té, o habréis pasado por delante de ellas en el supermercado miles de veces, pues las de la marca Lotus son muy conocidas y consumidas en nuestro país. Se trata de unas galletas típicas de países como Bélgica, Holanda y el norte de Alemania que no suelen faltar en las sobremesas navideñas. Lo que hace especiales a estas galletas y las diferencia del resto es la particular mezcla de especias que se usa para elaborarlas: Canela, clavo, nuez moscada, jengibre, cardamomo y pimienta blanca.
Su gran aroma y su sabor acaramelado hace que sean unas galletas deliciosas, de esas que te comes una y necesariamente necesitas otra, y otra, y otra más... ¡Pero como me gustan las galletas speculoos!
En fin, os cuento todo esto porque Bea, del blog Sweet Cookies by Bea ha sido la encargada de elegir el ingrediente con el que nos ha tocado cocinar este mes y no ha sido otro que las susodichas galletitas. La verdad es que sigo a Bea desde hace muy poquito, pero ya me he enamorado de su rinconcito dulce y no quisiera dejar pasar la oportunidad de darle las gracias por su elección, pues gracias a ella hemos podido disfrutar de uno de los postres más sencillos y más ricos que he preparado en mucho tiempo, y ya es decir, porque a nosotros nos encanta "darle al dulce"....
Digo que es un postre sencillo, porque no tardé más de 20 minutos en tenerlo preparado y en el horno. Y digo rico, porque si un pudín ya queda bien con restos de pan y/o bollería, con estas galletas os lo podéis imaginar... Una auténtica delicia.
Sabía de sobras, por un postre similar que preparé hace unos meses con turrón, que el resultado sería bicapa y que quedaría, por un lado, con una textura similar a la del flan y, por otro,  con una capa de galletas que harían de base y le aportarían mucho dulzor, sabor y, en este caso, mucho aroma.
Y ese ha sido exactamente el resultado, y así nos ha encantado.
Así que, aunque este pudín se puede preparar con cualquier tipo de galletas, os recomiendo hacerlo con speculoos, al menos para probarlo una vez. Veréis como termináis repitiendo.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 4 pudines como el de la foto):
- 2 huevos medianos
- 300 ml de leche de soja natural
- 1 rama de canela
- 7-8 galletas speculoos Lotus
-  2 cucharadas soperas de azúcar
- Caramelo para untar los moldes y/o para decorar

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un cazo a fuego medio, ponemos la leche de soja, la rama de canela y el azúcar, y lo llevamos a ebullición. Retiramos del fuego, sacamos la rama de canela y dejamos templar.
- En el vaso de la batidora, batimos los huevos con las galletas hasta que quede una especie de crema espesa. Añadimos entonces la leche templada y seguimos batiendo hasta que esté todo integrado.
- Seguidamente, untamos bien los moldes de caramelo y los rellenamos con la crema.
- Colocamos los moldes dentro de una fuente honda para horno, la rellenamos de agua hasta que cubra los recipientes a media altura, y horneamos a 190ºC durante 30-35 minutos, o hasta que los pudines hayan cuajado.
- Sacamos del horno, dejamos enfriar por completo, desmoldamos y servimos nuestros pudines acompañados de más caramelo y/o galletas de speculoos.




Notas:
- Yo usé leche de soja porque es la que solemos beber en casa últimamente. La verdad es que se disimula bastante su sabor, pero podéis sustituirla por leche normal sin ningún problema. Eso si, a no ser que debáis controlar a rajatabla las calorías de vuestra dieta, os recomiendo que sea leche entera, pues hace que el pudin resulte más cremoso y consistente.
- Este tipo de pudines también se pueden preparar perfectamente en el microondas. Bastará con hacerlo en un molde suficientemente grande para que quepa toda la mezcla y que esté bien cubierto de caramelo, y cocerlo a 700-800 vatios durante 7-9 minutos, dependiendo del microondas.
- Si sois muy fanáticos del sabor a speculoos, podéis quitar una cucharada de azúcar de la receta, y añadirle otra de crema de speculoos para untar. Puestos a pecar, pecamos bien... :P


Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado mi aportación de este mes.
Disfrutad de la Semana Santa, y muchas gracias por seguir ahí.
¡Abrazos!
Fotos: Marc RT Studios

domingo, 20 de marzo de 2016

HAMBURGUESAS VEGETARIANAS DE PATATA Y ZANAHORIA



Lo bueno que tienen las tormentas es que, tarde o temprano y a largo o corto plazo, siempre dan paso a la calma. Este es, en mi opinión, uno de los refranes más ciertos de nuestro extenso refranero popular, y menos mal, porque si no no sé cómo podríamos lidiar con la cantidad de, llamémoslos "imprevistos", que la vida nos pone en nuestro camino cada vez que se le antoja.
Después de 15 días la mar de complicados y, sobretodo, agotadores, hoy el día ha amanecido diferente, de otro color, no sé como explicarlo, pero el ambiente que se respira en casa es distinto y no es precisamente porque haya empezado la primavera...
Es domingo, tengo fiesta y justamente se ha puesto a llover a mares. Pero, porque siempre hay un pero y esta vez es de los buenos, mi chico está apunto de llegar de visitar a su familia, mi padre ya está en casa recuperándose de su operación de vesícula, mi abuela mejora por días y la sensación de agobio y tensión que ha estado presente todos estos días parece que nos ha dado tregua.
Y bueno, ahora sólo queda tirar para adelante, cuidarse y cruzar los dedos porque todo marche bien. Qué triste resulta que, la mayoría de veces, sólo valoremos nuestra salud cuando la vemos realmente en peligro. ¿Y los humanos somos los animales más inteligentes de la faz de la Tierra?
En fin, que me estoy yendo por los Cerros de Úbeda, para variar, y tampoco quiero daros la charla...
Tal y como os comentaba hace un par de semanas, durante los últimos años he intentado reducir mi consumo de carne considerablemente, y motivos que me alienten a mantenerme firme en mi decisión no me han faltado. Además, esta decisión me ha servido como excusa para ponerme a investigar un poco y descubrir nuevas y deliciosas recetas y blogs que se han terminado convirtiendo en imprescindibles y que me han ayudado a que esa llamada "nostalgia de carne" no aparezca.
Me resulta curioso comprobar que, cuando me meto en la cocina a preparar algo que no lleve carne pero que a la vez esté rico y sea lo más sano y completo posible, casi nunca trato de "imitarla", porque, sinceramente, no es mi intención, y mucho menos teniendo a mano tantísimas y tan ricas alternativas. Este es el caso de las hamburguesas vegetarianas.
Y es que ¿Quién dijo que las hamburguesas sólo pueden ser de carne? Nada más lejos de la realidad, y para muestra la receta que os traigo hoy.
Las hamburguesas siempre han sido de esos alimentos que han tenido y tienen muchísimo tirón.
Existen todo tipo de propuestas y recetas diferentes, y, por supuesto, esto también se aplica a las versiones vegetarianas: Con verduras, hortalizas, cereales, legumbres, harinas, leches vegetales, etc. Existen mil y una opciones donde elegir en función de nuestros gustos, del tiempo y de los ingrediente de los que dispongamos, de nuestra dieta, etc.
Y precisamente echándole un vistazo a los ingredientes que nos gustan, que tenía a mano en ese momento y que creía que podían funcionar bien en una hamburguesa, y cogiendo algunas ideas de aquí y de allá gracias a San Google (Lo dije y lo repito: ¡Qué bonita es la cocina de circunstancia!), este fue el resultado.
La verdad es que estas hamburguesas me han sorprendido gratamente, tanto que ya las he cocinado 2 veces más desde que las hice por primera vez. He optado por no incluir ni harinas ni avena entre sus ingredientes, y aún así su textura es ideal, no resultan nada pesadas ni empalagosas, se dejan cocinar a la plancha sin ningún problema y están muy buenas.
Si tenéis patatas, zanahorias y especias, os recomiendo que le dediquéis media hora a prepararlas, pues no tienen ninguna complicación y el resultado merece mucho la pena. Además, siempre podéis "tunearlas" a vuestro gusto y disfrutar de unas hamburguesas sanas y deliciosas cada vez: con queso rallado, con curry, con salsa de soja... En fin, imaginación al poder.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 5-6 hamburguesas):
- 2 patatas medianas (400 gramos aprox.)
- 1 zanahoria grande (120 gramos aprox.)
- 1 cucharada sopera de aceite de oliva + un poco más para la plancha
- 2 cucharadas soperas de pan rallado
- Sal, ajo en polvo, perejil y pimienta, al gusto
- 2 cucharadas soperas de queso rallado, opcional

- Para empezar, pelamos y cortamos las patatas y la zanahoria en dados medianos y las ponemos a cocer en una olla a fuego alto hasta que estén muy tiernas. Las retiramos y las dejamos enfriar por completo.
- Una vez frías, las colocamos en un plato hondo grande.añadimos la sal, las especias y una cucharada rasa de aceite de oliva, y machacamos muy bien con la ayuda de un tenedor. Con paciencia, debemos obtener una pasta compacta y manejable que no se pegue a las manos.
- Una vez tengamos la masa, la dividimos en 5 o 6 bolitas más o menos iguales y las pasamos por pan rallado mientras las chafamos y les damos forma de hamburguesa. 
- A continuación, ponemos una sartén-plancha a fuego medio-alto con un chorrito de aceite y, una vez caliente, vamos friendo las hamburguesas en tandas de 2 o 3, unos 3-4 minutos por cada lado o hasta que estén doradas.
- Dejamos templar un poco y servimos nuestras hamburguesas acompañadas de una ensalada completa, algún salteado sencillo que incluya legumbres, a modo de aperitivo con alguna salsa a nuestro gusto, etc.




Notas:
- Si tenéis un aro metálico, os será mucho más fácil darle forma a las hamburguesas. Eso sí, hay que pasarlas bien por pan rallado de todas formas para evitar que se rompan al cocinarlas a la plancha. 
- Para preparar esta receta es muy importante pelar bien las verduras y cocerlas un poco más de lo habitual, pues si están muy tiernas y limpias serán mucho más fácil de machacar y mezclar.
- Estas hamburguesas están igual de ricas calientes que frías, por lo que se pueden preparar con antelación y resultan ideales para llevar.
- Podéis variar las verduras a vuestro gusto y también añadirle otros ingredientes. A modo de ejemplo, con queso rallado y orégano y acompañadas de salsa de tomate (como en las fotos) también quedan muy ricas. Para gustos, colores.


Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado la receta y os animéis a probarla en casa.
Mucas gracias por todo el cariño y las muestras de apoyo que me habéis hecho llegar con motivo de mi primer cumpleblog y por la situación complicadilla que hemos tenido en casa estos días. Siempre me animáis un montón y hacéis que seguir con esto valga mil veces más la pena :) ¡GRACIAS!
¡Feliz domingo y feliz inicio de semana!
Fotos: Marc RT Studios

martes, 15 de marzo de 2016

CELEBRANDO MI PRIMER CUMPLEBLOG: ¡¡365 MILLONES DE GRACIAS POR ESTE AÑO!!



Hoy, día 15 de marzo de 2016, hace exactamente un año que publiqué mi primera entrada en "Hay un recuerdo en mi plato", y anda que no han cambiado las cosas desde entonces, madre mía...
No, no puedo llamar vergüenza a lo que siento cuando leo y releo esa receta de caballa al horno que tanto le gustaba a mi abuelo y que fue la encargada de darle el pistoletazo de salida al blog. Pero, oye, como he dicho un par de líneas más arriba, las cosas han cambiado mucho, y menos mal, porque de no haber sido así, ni dos telediarios hubiera durado esta locura (Nota mental: Nunca volveré a subir fotos con hechas con el móvil y de noche, NUNCA).
Una locura que empecé con muy poquitas expectativas (mi tercer apellido es "Mujer de poca fe"), pensando que nadie, a parte de mis conocidos y de los pocos bloguer@s que yo había ido siguiendo personalmente, se molestaría en echarle un vistazo a mis recetas y mucho menos a las historias que acompañan cada una de ellas (Lo sé, a veces no hay quien se lea mis tostones, de hecho, ni yo misma lo vuelvo a hacer...).
Un año después, no termino de creerme hasta donde ha llegado todo esto. Vale, vale, ni que me hubieran nombrado bloguera del año, ya lo sé,  pero es que tengo esa mala costumbre de emocionarme cuando algo en lo que apenas tenía esperanza termina por salir medio bien o incluso bien del todo... ¿Verdad que no soy la única a la que le pasa? Sobretodo si ese algo termina por convertirse en una parte tan importante de tu vida y te da tantas satisfacciones y alegrías.
Supongo que much@s de vosotr@s os sentís identificad@s con lo que estoy diciendo, y sabéis de mucha mejor mano que yo la inversión en tiempo y esfuerzo que requiere crear y mantener un blog, sobretodo de cocina, pero si seguimos aquí es porque nos compensa, y con creces.
Por lo menos en mi caso, a día de hoy, no me planteo un sólo día en el que no me deje caer por estos mundos, ya sea para visitar y disfrutar del resto de blogs amigos, descubrir otros nuevos, o para dedicarme única y exclusivamente a "poner guapo" al mío, cuando tengo algo interesante que contar... Qué más da, sea para lo que sea y aunque sea breve, siempre saco un ratito en algún momento del día para hacerlo, y eso me hace sentir de maravilla.
Confieso que hubo un momento, allá por el ecuador de vida del blog, en el que llegué a sentirme un poco agobiada, incluso abrumada. En las primeras entradas del blog me dediqué única y exclusivamente a tantear un poco el terreno, a compartir con las poquísimas personas que me leían (la mayoría de ellas familiares y amigos, o aquellas a las que empecé a visitar con mi nueva identidad virtual para hacerles saber de mi existencia) la cocina de mi casa, es decir, platos de toda la vida, sencillos y tradicionales que justificaban a la perfección el nombre del blog. Pero yo, culo inquieto por naturaleza, empecé a querer compartir más, a dedicarle un poquito más de mi cada día y a mejorar y aprender lo máximo posible. Y así fue como me lancé a la piscina y empecé a participar en todos esos retos, iniciativas, concursos y demás que te encuentras por la red en algún momento determinado de tu andadura bloguera, los ves y piensas "¡Qué chulo! En cuanto tenga tiempo para participar, lo haré", pero siempre terminas por posponerlo hasta el fin de los tiempos... "¡Fuera excusas y a por ello!", eso fue lo que me dije y todavía lo mantengo en la medida de lo posible. El primero fue mi queridisimo Reto Alfabeto Dulce y, al poco tiempo después y casi por casualidad, le siguió el Reto Typical Spanish, la red social de cocina Cookpad, Facebook y sus comunidades, las comunidades de Google+ y todos aquellos concursos, colaboraciones y opiniones de restaurantes que tenía, milagrosamente, tiempo de preparar. Por supuesto, y tal y como era de esperar, había momentos en los que no podía con todo y terminaba agotada. En algunos momentos incluso me enfadaba conmigo misma por no llegar a tiempo, o por no tener ganas de sentarme a escribir después de un día de trabajo agotador, o por comerme unas simples patatas fritas y no hacerles una foto para subirlas al blog... ¿Os lo podéis creer? Al final terminé cortando por lo sano y ahora prefiero ir haciendo sobre la marcha, sin agobios, sin pausa pero sin prisa, y a lo que salga y buenamente pueda llegar. Intento tener siempre presente que esto lo hago por pasión, como mi hobby,  y no por obligación, así que estrés cero.
Por último, me quiero dirigir directamente a vosotr@s , a tod@s l@s que dedicáis un ratito de vuestro tiempo a pasaros por mi rinconcito y ver qué se ha estado cociendo por aquí. De mi familia y de mi chico, que también me han apoyado lo suyo, ya me encargaré personalmente :)
En fin, qué puedo deciros que no os haya dicho a estas alturas... Cada "me gusta", cada receta compartida, cada comentario e incluso cada visita hacen que esto valga la pena, que saque fuerzas de donde a veces ni las hay para seguir adelante, que cada día tenga más ilusión y más confianza en mí misma... En definitiva, hacéis que esto siga siendo posible y que me haga inmensamente feliz, y eso no tiene precio.
A un@s he tenido la oportunidad de conoceros un poco más allá de la cocina, y he de darle gracias a la vida por poner en mi camino a personas tan bellas. Otr@s, en cambio, seguís formando parte de mi mundo virtual, pero no por ello os resto importancia. De tod@s y con tod@s he aprendido y disfrutado muchísimo, tod@s tenemos en común nuestra pasión por la cocina y por lo que hacemos, y compartir eso es lo que nos une y espero que nos siga uniendo durante mucho, muchísimo tiempo más.
De corazón, GRACIAS, MIL GRACIAS por seguir ahí después de estos meses, y que sigan siendo muchísimos más, GRACIAS por aparecer en mi cocina y en mi vida y GRACIAS por dejar que me quede en las vuestras. A modo de ejemplo, GRACIAS por:
- 29.366 visitas repartidas en las 97 entradas publicadas en el blog;
- 1123 comentarios repartidos también en esas entradas;
- 476 seguidores de mi persona, y otros 83 del blog;
- 109 blogs a los que soy asidua, y otros tantos con los que me topo cada día y me encantan;
- 99.924 visitas en 35 recetas y 40 seguidores en Cookpad;
- 220 seguidores en Facebook y un alcance de publicación que crece día tras día...
Y a todo esto hay que sumarle las tantísimas muestras de cariño y apoyo que he recibido de manera más privada a través de un e-mail, mensaje de Facebook o Whatsapp, etc.
Madre mía, sigo sin creérmelo...¡Sois increíbles!
Para agradeceroslo todavía más, me hubiera encantado prepararos alguna sorpresa tipo concurso, sorteo o iniciativa, pero estos días he tenido que dedicarme en cuerpo y alma a mi familia y no he ido sobrada de tiempo precisamente. Mi padre está  bastante fastidiado de la vesícula y mi abuela ha empezado a padecer serios problemas de huesos, así que ya os podéis imaginar cuan complicada es la situación ahora mismo en casa... En fin, todos tenemos nuestros problemas y no os voy a aburrir con los míos, tan sólo quiero pediros disculpas por ello y prometeros que en los próximos días le daré vueltas al tema y os prepararé alguna sorpresa que espero sea de vuestro gusto y que os anime a participar.
Hasta entonces, sólo espero seguir compartiendo, aprendiendo y disfrutando con lo que hagáis vosotr@s, y volver a cogerle el ritmo a lo mío cuando las cosas vuelvan un poco a la normalidad.
De nuevo, por última vez y sin cansarme de decirlo,
¡¡MIL GRACIAS POR SEGUIR AHÍ!!
Un abrazo enorme.

miércoles, 9 de marzo de 2016

"EMPEDRAT" O ENSALADA CATALANA DE ALUBIAS PARA EL RETO #LEGUMBREANDOTS



Pues nada, entre una cosa y otra y casi sin darnos cuenta, nos hemos plantado en marzo y ya se nos ha ido casi la mitad del mes...
Motivos familiares me han mantenido un poco alejada de estos mundos durante la última semana, y os pido mil disculpas por ello. Como siempre, en cuanto la situación vuelva un poco a la normalidad y tenga un poco más de tiempo, me dejaré caer por vuestros blogs y estoy segura de que disfrutaré un montón haciéndolo.
Como cada mes, marzo viene cargado de propuestas de lo más interesantes y variadas en cuanto a retos, iniciativas y demás que circulan por la blogosfera culinaria. Son tantas y tan chulas que me gustaría poder llegar a participar en todas, pero sé que por mucho que lo intente, no va a ser así. Por eso, prefiero ir haciendo sobre la marcha, sin agobios, sin pausa pero sin prisa, y a lo que salga y buenamente pueda llegar. A veces me olvido de que esto lo hago por pasión, como mi hobby,  y no por obligación, así que, a partir de ahora, estrés cero patatero :)
Si hace unos días os explicaba mi postura respecto al consumo excesivo de carne y lo bien que nos ha sentado en casa reducir la ingesta de este tipo de alimentos, y otras tantísimas veces antes ya os había hablado de la "guerra" que mi sistema digestivo me ha venido dando desde que nací y sobre cómo he tenido que adaptar mi dieta y mis hábitos de vida en general a lo largo de los años para ir tirando, la propuesta de este mes para el reto de La Cocina Typical Spanish no puede llegar en mejor momento ni con un mejor ingrediente protagonista.
Mar, la fantástica cocinera y mejor persona que hay detrás del blog Mar entre fogones y quien fue una de las capitanas del reto por equipos #CampanaSobreCampanaTS (el mejor equipo, por supuesto jeje) en el que participé en Navidad, ha sido la encargada de escoger el ingrediente de este mes, y todavía much@s seguimos dándole las gracias por su elección, pues motivos no nos faltan. Se trata de un ingrediente (o ingredientes, depende de como se mire) básico e indispensable en cualquier dieta sana y equilibrada, pues aporta cantidades importantes de vitaminas, minerales, almidones, proteínas y, sobretodo, mucha, mucha fibra. Es, además, un ingrediente pobre en grasas, muy versátil, que está muy presente en la gastronomía mediterránea en general y en la española en particular y que, qué leches, no puede estar más rico.
¡Qué haría yo sin mis amadas legumbres! (Supongo que a estas alturas ya habíais adivinado de qué se trataba... ¿No?). Para mí, son una de las mejores cosas que podemos llevarnos a la boca y un auténtico regalo para nuestro organismo, por todas las razones que os he dado y por muchas más.
En casa siempre se han comido legumbres, sobretodo en forma de potajes, así que se podría decir que la cultura del "cuchareo" es algo que prácticamente llevo en la sangre. Pero llega el momento en el que una se hace mayor, se independiza, empieza a trabajar y empieza a tener que romperse la sesera para no llenar siempre el tupper de arroz o pasta o, todavía peor, acabar tirando de bocadillos, sándwiches, hamburguesas y demás. Y, sí, aunque no lo parezca, legumbres y tuppers pueden hacer muy, pero que muy buenas migas: Ensaladas, patés a base de legumbres, salteados... Un montón de opciones ricas, sanas, equilibradas y, lo más importante, ideales para llevar.
Pues bien, la receta que yo he escogido para este mes cumple con todos estos requisitos y es, además, una de esas recetas a las que le tengo un cariño especial, pues desde que mi suegra volvió a preparármela y a recordarme lo mucho que me gusta, se ha vuelto un imprescindible de mis almuerzos semanales. Os hablo del "Empedrat" o ensalada de alubias con bacalao.
El Empedrat es un plato típico y muy popular de mi tierra, Cataluña, que suele llevar como ingredientes principales alubias blancas, tiras de bacalao desalado y huevo duro. Como acompañantes, suele llevar tomate, pimiento, aceitunas, cebolla, etc., todo ello aliñado con un buen aceite de oliva y un chorrito de vinagre. Eso si, dependiendo de la zona donde se prepare, se puede prescindir de los pimientos o añadírselos en forma de escalibada, cambiar las judías por otras legumbres como los garbanzos o las lentejas, e incluso se prepara substituyendo el bacalao por atún, caballa o bonito. Sea como sea que se prepare, el éxito de una receta tan simple reside, sin duda alguna, en la calidad de los ingredientes que elijamos para prepararla. Por ello, yo siempre uso y recomiendo usar unas buenas legumbres al peso, una buena conserva de pescado o bacalao desalado y, sobretodo, unas verduras frescas. Sólo así disfrutaremos al 100% de toda la esencia de este plato catalán tan sencillo, económico, rico, nutritivo y delicioso.
Sé que en muchas zonas de España el invierno está golpeando con fuerza y que much@s de mis compis de reto se han decantado y/o se van a decantar por preparar las legumbres a modo de "cuchareo", pues en esa situación, lógicamente apetece más un plato calentito y contundente que una ensalada templada y ligera.
Pero, de verdad, os recomiendo que guardéis la receta de "Empedrat" en vuestra lista de pendientes y le deis salida en cuanto tengáis oportunidad, pues estoy segura de que os va a encantar. Y si no, ya lo habéis visto, a hacer todos los cambios que consideréis oportunos y a prepararla a vuestro gusto. Imaginación al poder.
Así es como la hago yo en casa y como más me gusta:




Ingredientes (para 2 personas):
- 400 gramos de alubias blancas cocidas (1 bote)
- 1 pimiento italiano mediano
- 1 tomate grande de ensaladas
- 1/2 cebolla
- 1 huevo cocido tamaño L
- 1 lata de atún grande (90-100 gramos escurrido)
- Unas aceitunas y unos frutos secos, al gusto
- Sal, vinagre, y perejil picado, al gusto

- Empezamos escurriendo y lavando bien las judías. Las colocamos en una fuente grande y reservamos.
- Aparte, limpiamos, pelamos y picamos muy menudo el pimiento, el tomate, la cebolla, las olivas y el huevo (previamente cocido), y lo añadimos todo a la fuente de judías.
- Escurrimos bien el atún, reservando un par de cucharadas soperas de su aceite, y lo desmenuzamos muy bien sobre las judías y la verdura.
- Para hacer el aliño, mezclamos bien el aceite del atún con un poco de vinagre (de vino en este caso) y lo mezclamos bien con la ensalada.
- Para terminar, añadimos sal al gusto, unos frutos secos picados y un poco de perejil picado. Servimos inmediatamente.




Notas:
- Para sacar las judías cocidas del bote fácilmente y sin romperlas, os recomiendo sumergir el bote en agua caliente durante unos minutos. Mano de santo.
- Si os gustan tanto loa frutos secos en las ensaladas como a mi, y vais a optar por añadírselos al "Empedrat", siempre es mejor hacerlo en el último momento, a la vez que el aliño, para que conserven toda su textura y sabor. 
- Otras recetas de ensaladas con legumbres que ya os he enseñado son, por ejemplo, esta ensalada variada de garbanzos o esta otra ensalada de garbanzos, fruta y pavo, ambas muy ricas.




Nada más por ahora. Espero que os haya gustado mi aportación al reto de este mes.
Aprovecho para animaros a visitar las demás aportaciones de mis compañer@s de reto. Como cada mes, se lo han currado muchísimo y el resultado merece mucho la pena.
¡Feliz jueves!

jueves, 3 de marzo de 2016

LOMO CON SALSA DE ZANAHORIA Y CEBOLLA AL VINO BLANCO



No soy vegetariana ni nada por el estilo, pero si es verdad que en los últimos 4-5 años he venido reduciendo mi consumo de carne de una manera bastante significativa. ¿Motivo? Ninguno en concreto y muchos en particular.
Cuando te gusta tanto cocinar y empiezas a indagar un poco más en cuanto a culturas gastronómicas, tendencias alimenticias, tipos de dieta y demás, empiezas casi sin querer a forjarte una opinión u opiniones al respecto y quedarte con ventajas de esto, desventajas de lo otro, evidencias de ambas cosas... En fin, en mi caso, tengo muy claro lo que me ha llevado a ello...
Comer carne en exceso (cosa que venimos haciendo sin control desde hace muchos años) es perjudicial tanto para nuestra salud como para la del planeta en general. Las granjas contaminan de manera exagerada y los animales que se crían en ellas necesitan cantidades desproporcionadas de agua y comida, cosa que sabemos que, a la larga, no es sostenible. Además, el consumo de carne resulta la excusa perfecta para justificar el sufrimiento de miles y millones de animales que son criados única y exclusivamente con antibióticos, conservantes, hormonas, y una larga lista de sustancias que, por supuesto, terminamos ingiriendo los humanos y que no nos hacen ningún bien.
A corte más personal, reducir la cantidad de carne que como me ha servido como excusa para descubrir nuevas y deliciosas recetas y blogs (por ejemplo, al gran Carlos y a mis queridísimas Pilar y Silvina, entre otros) que me han ayudado a que mi dieta sea lo más equilibrada y variada posible, es decir, disfrutando de lo que como y sin carencias de nutrientes.
Además, he de reconocer que siempre he sido más de pescado que de carne y que, cuando no como carne o como muy poca, me siento mucho más ligera y con más energía. ¿Coincidencia? No lo creo.
Si hablamos de carne ecológica (sin que ello sirva como excusa, claro está) el asunto cambia un poco. La carne de procedencia ecológica es bastante más cara que la industrial, ya que los procesos artesanales que conlleva aumentan los costes de producción, pero sus ventajas son incomparables: Animales criados de forma natural, una carne mucho más rica en nutrientes, un sabor mucho más auténtico y rico, y un consumo consciente de aquello que realmente somos capaces de producir y sustentar. Dicho así, consuela un poco, pero no del todo, al menos a mí...
Pero, como cambiar las costumbres de las personas de un día para otro es casi misión imposible (los míos siguen siendo muy carnívoros) y que de vez en cuando no es un pecado mortal caer en "las tentaciones de la carne", en casa siempre intento cocinarla de manera sencilla y ligera, y opto por acompañarla con otros alimentos que nos ayuden a la hora de digerirla y que conviertan el conjunto en un plato lo más sano y completo posible.
Tenía muchas ganas de probar la salsa de zanahoria y cebolla tan popular en la red para acompañar carnes y pescados, así que, teniendo unos filetes hermosos de cabeza de lomo y el resto de los ingredientes a mano, me lancé hará cosa de una semana con la receta, y este ha sido el resultado.
Una salsa muy sencilla y que está para chuparse los dedos y mojar mucho pan, y que pienso repetir en breve para acompañar un montón de cosas que tengo en mente. Sin duda, os la recomiendo.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 4 filetes de cabeza de lomo de cerdo medianos (unos 150 gramos cada uno)
- 1 cucharada sopera rasa de aceite de oliva
- Sal y pimienta, al gusto

Para la salsa:
- 2 zanahorias medianas (150 gramos aproximadamente)
- 1 cebolla mediana (100 gramos aproximadamente)
- 2 dientes de ajo
- 1 cucharada sopera de aceite de oliva suave
- 1/2 vaso de vino blanco de cocina (125 ml aproximadamente)
- 1/2 pastilla de caldo de carne
- Sal, perejil picado y pimienta, al gusto

- Antes de empezar, limpiamos bien la carne y le quitamos el exceso de grasa que pueda tener, salpimentamos y reservamos.
- En una plancha o sartén a fuego medio-alto con una cucharada de aceite, doramos la carne por ambos lados (3-4 minutos por lado) y la reservamos.
- Seguidamente, limpiamos y picamos muy menudo la zanahoria, la cebolla y el ajo.
- En una sartén a fuego medio y con una cucharada de aceite, doramos el ajo y añadimos también la cebolla y la zanahoria. Salteamos todo unos 5 minutos.
- Pasados los 5 minutos, añadimos el caldo de carne, el vino y las especias, bajamos el fuego y dejamos reducir hasta que el líquido se haya evaporado casi por completo (unos 10 minutos aproximadamente). Retiramos.
- Una vez las verduras estén templadas, las pasamos al vaso de la batidora y las batimos hasta que queden como un puré fino.
- Por último, colocamos la carne en una sartén a fuego muy bajo, añadimos inmediatamente la salsa y calentamos el conjunto unos instantes antes de servir. 




Notas:
- Si os gusta la salsa más fina, siempre podéis colarla y eliminar del todo los grumos, aunque apenas se notan.
- Ojo con añadir demasiada sal, pues el caldo de carne ya lleva bastante cantidad. Os recomiendo probar la salsa antes de hacerlo.
- En este caso, acompañamos el lomo con unas patatas baby enteras hechas en el horno y mojadas en la misma salsa de la carne, pero con una guarnición de arroz blanco o salteado con ingredientes vegetales, una pasta del mismo estilo o las mismas patatas especiadas al horno también resulta un plato equilibrado y riquísimo. Para gustos, colores.


Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado tanto como a nosotros.
¡Mil gracias por seguir ahí, y feliz resto de semana!
Fotos: Marc RT Studios